¿Que le ocurre a nuestra mente al estar en aislamiento?
La soledad interfiere en una gran cantidad de funciones diarias del cuerpo, como los patrones del sueño, la atención y el razonamiento lógico y verbal.
El funcionamiento de estos efectos aún no es claro, pero se sabe que el aislamiento social genera una respuesta inmune extrema una catarata de hormonas del estrés e inflamación. Algunos de los efectos más severos de la soledad los sufre nuestra mente.
Para empezar, el aislamiento confunde nuestro sentido del tiempo.
En 1961, el geólogo francés Michel Siffre condujo una expedición de dos semanas para estudiar un glacial subterráneo bajo los Alpes franceses y terminó quedándose dos meses, fascinado por los efectos de la oscuridad en la biología humana. Al realizar pruebas con sus colaboradores en la superficie, ellos descubrieron que le tomó cinco minutos contar 120 segundos.
En 1993, Maurizio Montalbini, un sociólogo y entusiasta de la espeleología, pasó 366 días en una gruta subterránea cerca de Pesaro (Italia) que había sido diseñada por la NASA para simular misiones espaciales. Al salir de ella, estaba convencido que sólo habían pasado 219 días.
Junto con los cambios de tiempo, Siffre y Montalbini también mostraron períodos de inestabilidad mental
Los investigadores hallaron que, en la oscuridad, la mayoría de la gente se adapta a un ciclo de 48 horas: 36 horas de actividad y 12 horas de sueño. Las razones aún no están claras.
En el centro médico de la universidad McGill en Montreal, liderado por el psicólogo Donald Hebb. Los investigadores pagaron a voluntarios (principalmente estudiantes) para que pasaran días o incluso semanas aislados en cubículos a prueba de ruidos y privados de cualquier contacto humano significativo. Su objetivo era reducir la estimulación sensorial al mínimo y ver el comportamiento de los individuos cuando no sucedía absolutamente nada. Se redujo al mínimo lo que ellos podían sentir, ver, oír y tocar.
Apenas pasadas unas horas, los estudiantes se volvieron increíblemente impacientes. Necesitaban estimulación. Comenzaron a hablar, cantar o recitar poesía para romper con la monotonía. Muchos se volvieron ansiosos o altamente sensibles. Su desempeño mental también se vio afectado a la hora de realizar pruebas de aritmética o de asociación de palabras.
Los efectos más alarmantes fueron las alucinaciones. Comenzaban con puntos de luz, líneas o formas y eventualmente se convertían en extrañas escenas, como ardillas marchando con sacos sobre sus hombros. Ellos no tenían control sobre sus visiones: uno de los hombres sólo veía perros; otro, bebés. Cuando salieron del experimento, les resultó difícil librarse de este sentido alterado de la realidad, estaban convencidos de que el cuarto se movía o de que los objetos cambiaban constantemente de forma y tamaño.
Los investigadores esperaban poder observar a los sujetos durante varias semanas, pero la prueba fue acortada porque se los veía muy angustiados como para continuar. Muy pocos duraron más de dos días y ninguno llegó a la semana.
¿Por qué el cerebro se comporta así al estar privado de los sentidos? Los psicólogos cognitivos creen que la parte del cerebro encargada de las tareas continuas, como la percepción sensorial, está acostumbrada a tratar con una gran cantidad de información, visual, auditiva y demás datos del entorno.
Cuando esta información escasea, el psicólogo clínico Ian Robbins dice que "los diferentes sistemas nerviosos que alimentan al procesador central del cerebro siguen disparándose, pero lo hacen sin sentido. Entonces, luego de un tiempo, el cerebro empieza a darles sentido, a buscarles un patrón". Así es como crea imágenes enteras a partir de imágenes parciales.
NO siempre el aislamiento social es debilitante. Contamos con la experiencia de los individuos que superaron al aislamiento.
Hussain al Shahristani lo logró. Él era el consejero nuclear de Saddam Hussein antes de ser torturado y encerrado en la prisión de Abu Ghraib, en las cercanías de Bagdad, después de negarse a ayudar a desarrollar un arma nuclear por motivos morales. Se mantuvo cuerdo durante los 10 años que estuvo encarcelado, refugiándose en un mundo de abstracciones y creando problemas matemáticos que luego trataba de resolver. Ya en libre logró ser viceministro de energía de Irak.
De 1968 tenemos las historias de Bernard Moitessier y Donald Crowhurst, dos de los competidores de la carrera de yates "Golden Globe Sunday Times".
El trofeo de la vuelta al mundo en solitario y sin paradas fue para Robin Knox-Johnston, que lo logró en 313 días. De los nueve competidores, fue el único en terminarla.
Parecía deleitarse con la soledad de su bote, pero no tanto como Moitessier, un asceta francés que practicaba yoga en la cubierta y alimentaba con queso a las pardelas que lo seguían.
Moitessier halló la experiencia tan satisfactoria y la idea de volver a la civilización tan desagradable; que abandonó la carrera, a pesar de sus altas probabilidades de ganarla, para seguir navegando. Terminó en Tahití luego de recorrer la otra mitad del mundo. "Seguí sin detenerme porque soy feliz en el océano", declaró, "y tal vez porque quiero salvar mi alma".
Otro competidor Crowhurst tuvo problemas desde el principio. Partió de Inglaterra mal preparado y envió informes falsos sobre sus progresos en los mares del sur. Y la verdad es que nunca dejó el Atlántico.
Luego de navegar a la deriva por meses, a través de la costa de Sudamérica, se volvió cada vez más depresivo y solitario. Finalmente se encerró en su camarote y plasmó sus fantasías en un disperso tratado filosófico de 25.000 palabras antes de saltar por la borda. Su cuerpo nunca fue encontrado.
¿Qué podemos aprender de estas historias de resistencia y desesperación? Que en estos momentos difíciles es importante encontrarle sentido al aislamiento que vivimos, estamos en esta jornada de sana distancia para mantenernos a salvo, primero a nosotros mismos, y para evitar enfermar a los demás, más que estar felices y contentos, debemos estar sanos y salvos, además es importante cuidar nuestra salud mental.
Citando a Borges “La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz"
Si bien podemos ser amables, empáticos, solidarios, honestos, educados, etc. con el otro, no podemos obligar a nadie ser feliz, la sana distancia también apliquémosla dentro del hogar, dándonos espacio, sabiendo que todos reaccionamos distinto al aislamiento.
#mequedoencasa #quedateencasa #conmigo #contigo #saludmental
Por: Marisa Garza
Fuentes BBC Ciencia, Web.